viernes, 29 de agosto de 2025

20 Años De... Supergrass: Road To Rouen (2005)

"Más libres que nunca..."

Para 2005 buena parte de aquellas bandas que dominaron la escena a mediados de los noventas ya no existían, y las que aún quedaban daban sus últimos coletazos. En dicho segundo lote se encontraban Supergrass, quienes tras dos álbumes dinámicos y explosivos como fueron I should coco (1995) + In it for the money (1997) decidieron realizar un curioso giro hacia sonidos más sobrios mediante el homónimo de 1999 y un Life on other planets (2003) que dieron muestras de una banda que había decidido madurar su sonido quizás demasiado pronto. Por lo mismo, los de Gaz Coombes llegaban a mediados de dicha década sin mucho que perder, con plena certeza de que los tiempos habían cambiado y que (ya) no debían intentar convencer a nadie salvo a ellos mismos. Quizás todo esto haya sido lo que les animó a entregar un siguiente álbum tan desatado como este Road to Rouen, nueve canciones que en poco más de media hora les muestra más libres que nunca desarrollando un sonido cargado al acústico y que desprende una vibra absolutamente despreocupada.

En efecto, y como nunca, oímos acá a unos Supergrass que jamás van en busca del hit, y aquello vaya que les hace bien. Para muestra el como abren con 'Tales of endurance, Pt 4, 5 & 6': una intro de cuerdas + piano de dos minutos para que luego entre la banda en pleno desarrollando una atmósfera de total relajo que coquetea con la psicodelia y la constante exploración de atmósferas. Tremenda declaración de intenciones que encontrará complemento más adelante en el nudo del álbum cuando suene la extensa y preciosa 'Roxy', jugando esta vez con una sostenida alza de intensidad que desembocará en una larga sección instrumental tan delicada como notable. Las dos mencionadas son de lo mejor que contiene el disco, sin embargo, los teclados de 'Sad girl' o la delicadeza con que cierran en 'Fin' (vaya belleza de canción) no se quedan atrás en un disco que complementará en total calma con la balada 'St. Petersburg', una juguetona 'Coffee in the pot' y la pasada por 'Road to Rouen' + 'Kick in the teeth',  el único momento en todo el álbum donde las dinámicas se aceleran un poco y el sonido se vuelve algo más eléctrico. 

Mirado a distancia, probablemente sean los dos primeros álbumes de Supergrass aquellos con los que resulta más fácil enganchar, sin embargo, Road to Rouen aparece en su discografía como el álbum definitivo de la banda, aquel donde supieron alejarse del sonido más obvio mostrando una categoría y elegancia muy por sobre la media. El disco evidentemente nació destinado a morir en medio de la incomprensión, y por lo mismo merece que no le olvidemos... 

¿Canciones? 'Tales of endurance, Pt 4, 5 & 6', 'Roxy' y 'Fin'.

miércoles, 27 de agosto de 2025

30 Años De... Supergrass: I Should Coco (1995)

Contexto: Esta semana (de hecho, mañana) se presentan Supergrass en Chile. Y si, a treinta años de su explosivo debut, la banda POR PRIMERA VEZ toca terreno nacional. Más vale tarde que nunca, y por lo mismo quisiera dedicarles una pasada por un par de sus discos. Allá vamos...

"Juventud, divino tesoro..." 

Eclipsados ante el descaro y carisma de Oasis + Blur, la elegancia de Pulp y el glamour de Suede, lo de Supergrass mirado a distancia acabó relegado a un plano secundario, al punto de ser incluso recordados por muchos como una especie de "one hit wonder" debido a la repercusión de el single 'Alright'. Corresponde por tanto aportar un granito de justicia a propósito de los treinta años que cumple el debut de la banda: I should coco, un debut jovial, energético y repleto de canciones que tomaban como referencia al rock británico sesentero, digamos, diez años antes de que The strokes o Arctic monkeys protagonizaran el revival definitivo de aquel sonido.

Por sobre todo, el primer álbum de Supergrass fue un conjunto marcado por el dinamismo de sus canciones, con una lista cargada hacia las guitarras y una actitud casi quinceañera que derrochaba juventud en el sonido. De aquello van canciones realmente divertidas como 'I'd like to know' (¿qué más juguetón que ese "la la la la la la !! " que aparece en cada estrofa?), jugando con el concepto de la diferencia ("Quisiera saber adonde todos los extraños van...") en voz de un Gaz Coombes característico y especial desde ya, seguida de 'Caught by the fuzz' y 'Mansize rooster', todos temas bastante inquietos que declaran de inmediato intenciones pero que también se enmarcan dentro de un sonido que será constante a lo largo del álbum. En la misma línea funcionarán 'Lose it', 'Lenny' o 'Strange ones' (absolutamente adictiva esta con su estructura cambiante), siendo el single 'Alright' la única en toda la Cara A que cambia el tono al ser una canción que centra su poderío en el trabajo de piano + bajo (y no en las capas de guitarras) sumado a una interpretación absolutamente feliz, contagiosa hasta decir basta.

Y acá me quiero detener pues el fenómeno de 'Alright' es un caso curioso. La canción acabó por significar el mayor éxito comercial en la carrera de Supergrass (si es que no el único), sin embargo, el tema no posee la vibra del álbum ni tampoco suena como el resto. Y es que la producción de I should coco es bastante sucia (en lo personal no me agrada como lo dejaron) mientras que 'Alright' es limpia y pulcra, casi como un mundo aparte. De todas formas el single viene bien en la lista porque efectivamente regala un paréntesis hasta cierto punto necesario, esto dado que en su segunda parte el álbum insistirá en el trabajo de guitarras en canciones como 'Sitting up straight', solamente escapando de la norma en el excelente acústico 'She's so loose' o una divertida 'We're not supposed to', donde se ríen de todo filtrando sus voces sonando en modo helio. 

Hacia la recta final la banda acabará rellenando la duración (algo que le ocurrió prácticamente a todos en los noventas) con un medio tiempo bastante corriente y simplón como 'Time', una jugada algo más psicodélica en 'Sofa (of my lethargy)' y la balada 'Time to go', dejando una lista que claramente luce algo desbalanceada, con una primera mitad incontestable y una segunda que va de más a menos. Detalles eso si para un álbum en general sólido y cuyo fuerte reside en la actitud jovial que derrocha. Un tremendo debut de altura para una banda injustamente sub valorada. 

¿Canciones? 'I'd like to know', 'Alright' y 'Strange ones'.

7,8/10
¡Muy bueno!

sábado, 23 de agosto de 2025

Fallujah: Xenotaph (2025)

"(Demasiado) fríamente calculado..."

Una década ha transcurrido ya desde aquel notable The fresh prevails (2014), disco con el que Fallujah se consagraron como una potente realidad dentro de la escena death progresiva. En adelante, sin embargo, algo comenzó a fallar. La vara quedó bastante arriba por lo que no era fácil el tener claro como continuar, a lo cual se le sumó una constante rotatoria de miembros al interior de la banda. Y si bien el posterior Dreamless (2016) estuvo bien como un álbum de continuidad, el siguiente Undyng light (2019) si que representó un claro bajón de calidad, además de marcar el debut y despedida de Antonio Palermo como vocalista (quien había reemplazado a Alex Hofmann en 2017). Caía de cajón por tanto que en el siguiente Empyrean (2022) la banda intentaría recuperar terreno "yendo a la segura" y bueno, había que ver si en este Xenotaph lograban definitivamente re encausar el camino, ya con el guitarrista Scott Carstairs como único miembro fundador y Kyle Schaefer estable a cargo de las voces.

El resultado de todas estas idas y vueltas se resume en estas ocho canciones que en cuarenta minutos desatan un sonido marcadísimo por los aspectos técnicos, con un trabajo en velocidad excepcional tanto de batería como guitarras, además de un trabajo vocal tremendamente versátil que juega constantemente con el contraste voz gutural/voz limpia. En dicho sentido este Xenotaph no decepcionará a quienes buscan un metal agresivo, ágil y de precisión quirúrgica, sin embargo, inevitablemente se volverá monótono para un auditor que busque en la música algo más que un constante desplante técnico. 

Sin ir demasiado lejos, en la partida del álbum cuesta identificar cuando termina 'In stars we drown' y comienza 'Kaleidoscopic waves', dos que en realidad parecen ser una sola pieza de siete minutos entre parones constantes y aceleraciones. Esta tendencia a será regla a lo largo de todo el disco, momentos marcadamente técnicos que contrastan con bajadas bruscas que entregan algún respiro, además de algún momento marcadamente melódico. Destacará ahí en la lista lo que hacen en 'Labyrinth of stone' cargándose a un death más clásico y regalando por primera vez un coro reconocible, sin embargo, en los más de seis minutos de 'Step through the portal and breathe' evidencian donde falla la fórmula: suben, bajan, aceleran y se detienen constantemente pero todo suena tan mecánico, tan fríamente calculado, que jamás te emocionas, nunca conectas. No hay acá un trabajo con la intensidad ni explosiones que conmuevan, nada, todo es lucimiento técnico y estructuras en donde siempre está pasando lo mismo, ya sea en el minuto inicial o el final de la canción. 

De hecho, hay que avanzar bastante en el álbum y llegar a la recta final para encontrar los primeros momentos emocionalmente atractivos en este, los cuales llegan curiosamente en el tema más breve de todos, 'A parasit dream' (exquisito su cierre instrumental entre murallones de guitarras), así como en el cierre mismo con 'Xenotaph' (la canción) también encontramos un pasaje que funciona. Todo lo demás en el álbum está muy bien desde la ejecución, con un sonido efectivamente avasallador pero que lamentablemente se queda atrapado únicamente ahí. 

¿Canciones? 'A parasit dream' y 'Xenotaph'. 

6,9/10
(Muy) bueno.


martes, 19 de agosto de 2025

Messa: The Spin (2025)

 "Acercan el sonido sin sacrificar identidad..."

Una de las buenas sorpresas del año ha sido este, el cuarto álbum de Messa. Los italianos llevan ya una década rodando, sin embargo, para esta ocasión han decidido dar un giro y acercar en cierto modo su sonido al auditor. A diferencia por tanto de sus primeros tres discos (que eran muros infranqueables), en este The spin la banda ha soltado un tanto el espeso doom y esas atmósferas tétricas e inmersivas para abrazar canciones (bastante) más directas, dinámicas y con énfasis melódicos, sin que esto implique una pérdida de identidad, lo cual es meritorio. Siguen combinando por tanto la emocionalidad con el peso (de la mano de una producción sucia y cruda), solo que esta vez han buscado construir canciones un tanto más amigables. 

La misma duración declara intensiones: siete canciones y cuarenta minutos, es decir, esta vez el asunto va bastante más al grano. Sin ir muy lejos, el tridente que abre habla de aquello. 'Void meridian' es uno de esos temas que va ganando fuerza y emoción mientras avanza, en un inicio con la característica voz de Sara Bianchin al desnudo para a los dos minutos meter a la banda en pleno y acabar generando explosiones (solo de guitarra incluido) treinta segundos después. En otra arista del sonido, 'At races' abrirá en velocidad para trabajar una estructura aparentemente simple pero que en su nudo sabrán de gran forma llevar hacia otro lado mientras que 'Fire on the roof' es el single claro del álbum, la más adictiva de todas gracias al genial juego que realizan con el sube/baja de intensidad. 

La ruta es por tanto más expedita esta vez, las canciones no se alargan por minutos y minutos desarrollando una atmósfera si no más bien apuntan a un alcance más breve. No sacrificarán eso si su contundencia y ahí es donde radica el principal mérito del disco. En esa línea 'Inmolation' + 'The dress' armarán otra pasada que funciona en esa lógica inmersiva ascendente, yendo de menos a más, la primera eso si en un tono derechamente de balada mientras que la segunda apuesta a ser el gran tema del disco, paseándose por distintos estilos siendo el primer tema que se extiende por sobre los ocho minutos de duración (lo que hacen en el nudo, metiendo ese saxofón y arreglos bluseros por parte del siempre notable Alberto Piccoloque decir, una maravilla). Finalmente 'Reveal' retomará la velocidad con una estructura marcada por su sonido duro y golpeado, siendo el tema más "metal" en todo el disco, mientras que en 'Thicker blood' se darán el gusto de cerrar en extenso mostrando todo lo que son (incluso metiendo unos desaforados guturales en los segundos finales), siendo el único tema además que conecta con claridad con los inicios doom de la banda. 

Haciendo honor a su título, The spin efectivamente es un disco que se percibe en forma circular. El álbum es regular, no tiene canción que baje de la excelencia, todas funcionan y transmiten a la perfección hacia donde ha querido ir la banda. En apariencia el trabajo podría entenderse como una simplificación de las fórmulas para Messa, sin embargo, no es así pues la complejidad, el peso y la oscuridad siguen ahí, esta vez entregando énfasis a ciertos aspectos melódicos pero no por esto carentes de identidad. Es otro de los grandes discos que habremos oído este 2025 y una propuesta que definitivamente merece mayor atención. 

¿Canciones? 'Void meridian', 'Fire on the roof' y 'The dress'.

8,5 / 10
¡Excelente!

domingo, 17 de agosto de 2025

Katatonia : Nightmares As Extensions Of The Waking State (2025)

 "Idea fallida..."

Que la carrera de Katatonia viene a tumbos desde un buen tiempo a la fecha no es secreto. Se dice y no pasa nada. También el que comienzan a quedar cada vez más lejos sus mejores años creativos (estamos a veinte años casi de The great cold distance de 2006). Sin embargo, un disco como Sky void of stars (2023) no estuvo nada mal, conjugando momentos dinámicos y luminosos con otros más profundos y reflexivos, enmarcados todos estos en un sonido elegante y pleno en cuanto a identidad. Tras este vino eso si la partida de Anders Nyström (guitarrista y miembro fundador de la banda), lo cual acabó por confirmar a Jonas Renkse como absoluto director de orquesta en Katatonia, quien acá ha compuesto y ejercido de productor al mando de cuatro integrantes que básicamente se encuentran a sus órdenes. Como consecuencia de lo anterior es que este Nightmares as extensions of the waking state luce efectivamente como un álbum sin contrapesos, un disco tremendamente espeso, oscuro pero que inevitablemente se vuelve algo monótono en su andar a causa de su falta de gancho.

Dicho lo anterior, sería fácil venir y ponerse a escribir barbaridades respecto a este trabajo: que es aburrido, que no luce inspirado, que es un desastre y un largo etcétera, obviando con ello el que acá efectivamente hay una intención premeditada por parte del artista. El título, de hecho, anticipa: "Pesadillas como extensiones de un estado de vigilia". Estamos por tanto ante un trabajo que pretende internarse en terrenos sombríos, en aquellas noches en donde la cabeza no te permite dormir y sabes que de lograrlo, tus sueños tampoco te dejarán tranquilo. De ahí lo lúgubre de la propuesta de estas diez canciones que en casi cincuenta minutos insisten en tocar la misma tecla, abriendo con una sólida 'Thrice', que centra su poderío entre guitarras y teclados (exquisito lo que hacen pasado los dos minutos) pero claro, desde ahí dejándosela difícil al auditor al ligar una serie de piezas complicadas de seguir debido a la falta de chispa que poseen. 

Sin ir muy lejos, toda la pasada entre 'The liquid eye' y 'Warden' (que son seis canciones, bastante...) peca donde mismo, en la falta de momentos emocionales o intensos (y de metal ni hablemos, que eso ya es materia olvidada al parecer para Renkse). Los temas no están mal ejecutados (son todos estos grandes músicos, no hay dudas ahí) y suenan bien, sin embargo ni Jonas Renkse logra vocalmente elevarlos (va cada vez más cortito de voz, los años hacen lo suyo) ni las estructuras despegan por lo que nos dejan una lista que tiende a la monotonía, donde más allá de algún pasaje que regala una canción como 'Temporal', todo luce bastante plano y predecible. 

La producción tampoco ayuda y eso se aprecia con claridad en la recta final, cuando suena 'The light which I bleed', la mejor de todas con unas atmósferas dramáticas que por segundos recuerdan a sus compatriotas Opeth pero que lamentablemente se oyen totalmente opacadas por una mezcla de sonido que en lugar de elevar el tema, lo aplasta y oculta. Por si esto fuese poco, la falta de creatividad acá se hace tan evidente que la canción cierra en un penoso fade out. Con todo, es una buena canción que agradecemos, así como el cierre a cargo de la electrónica 'Efter solen' seguida de las sólidas guitarras de 'In the event of', finalizando un disco que curiosamente encuentra sus mejores momentos cuando ya casi acaba.

Lo último de Katatonia no es un desastre pero si una idea fallida. Un trabajo que ha optado por mantenerse intencionalmente abajo pero en su camino no logra emocionarnos como debería. De todas formas hay una que otra canción sobresaliente (en el comienzo y cierre del disco) que permite que el viaje al menos en ciertos momentos muestre que algo de la leyenda aún permanece con vida. 

¿Canciones? 'Thrice', 'The light which I bleed' y 'Efter out'.

6/10
Bueno, cumple...


Otras reseñas de Katatonia:

viernes, 15 de agosto de 2025

Turnstile: Never Enough (2025)

"Van por más... y triunfan" 

Tras cuatro años de silencio regresa una de las bandas más interesantes del rock actual. Aunque el mundo no se entere. Los de Branden Yates venían de un sólido Glow on (2021), un álbum en donde consolidaron su curioso sonido, una especie de hardcore etéreo con guitarras que oscilan entre The police y cosas más crudas, digamos, todo un bicho raro. Esta vez, sin embargo, han querido ir por más ampliando el abanico y entregando un disco que sostiene el rock de su antecesor pero eleva las cotas creativas sonando aún más diversos y frescos durante cuarenta y cinco minutos que no tienen desperdicio. 

Para muestra la partida con 'Never enough' (la canción), donde han querido alejarse de la velocidad para ir por algo más onírico en donde las atmósferas juegan un rol relevante (no por nada la cierran con más de un minuto de calma). El tema es impecable, una oda al rock alternativo noventero que en otros tiempos seguro habría sido un hitazo. Más adelante el disco entregará otros temas que funcionan en una línea similar, como 'Light design' o el cierre del disco a cargo de 'Magic man', mientras que el rock más desatado aparecerá en 'Sole', 'Dreaming' (con la curiosidad de esa emulación de trompetas), 'Dull' o 'Birds', que son hardcore directo, veloz y agresivo pero con una producción que pretende intencionalmente restarles crudeza (¡aunque la tienen!), esto sumado a una voz de Brendan empapada en reverb (ojo que el vocalista ha producido el disco, de ahí seguramente el énfasis marcado en este elemento), lo cual genera un "efecto eco" constante bastante singular que seguro a más de algún purista espantara. 

Mención aparte merece 'Sunshower', otra que tras un par de minutos acelerados y punkoides no teme romper su estructura para entregar un extenso momento de calma, similar a lo que ocurre en 'Look out for me' (en esta incluso metiendo un cierre electrónico). Son todos estos pasajes en donde Turnstile juegan y experimentan con su sonido, llevando las canciones incluso a los seis minutos de duración, distanciándose con esto de cualquier disco anterior de la banda. 

Finalmente, en una arista más melódica del disco aparecerán cosas como 'I care' o 'Seein' stars', que son The police con descaro en las guitarras e incluso vocalizaciones (es cerrar los ojos e imaginar al gran Sting). De hecho, para quienes somos latinos 'Seein' stars' seguro nos sonará muchísimo a Soda stereo. Es que bueno, no es secreto que Soda stereo (en su fase ochentera) ERA The police. Ahora, que no se entienda lo que escribo como un crítica negativa pues acá Turnstile saben trabajar bien la influencia y llevarla a su terreno, entregándonos una veta mucho más pop, veraniega, alegre y amena que vaya que viene bien al conjunto. 

Como problema a mencionar está el usual: el exceso de canciones. Llegando a los diez u once temas el disco ya ha logrado su propósito por lo que hacia la recta final comienza a redundar en cosas como 'Sloowdive' o 'Time is happening', que no están mal pero lo dicho, que ya solo dan vueltas sin aportar nada nuevo. De todas maneras, Never enough muestra a una banda con las cosas demasiado claras confirmando una carrera ascendente que acá ha encontrado su mejor momento. Turnstile se consolidan como la esperanza para un rock actual absolutamente impopular y de nicho pero que aún entrega sabrosos coletazos como este.

¿Canciones? 'Never enough', 'I care' y 'Dreaming'.

8,2 / 10
Excelente.

martes, 12 de agosto de 2025

Yungblud : Idols (2025)

 "Crecimiento que ilusiona..."

Tras la soberbia aparición de Yungblud en el reciente Back to the beginning, robándose la jornada con su espectacular interpretación de 'Changes' de Black Sabbath (algo similar a lo que ocurrió con George Michael haciendo 'Somebody to love' en el tributo a Freddie Mercury en 1992), fuimos muchos quienes nos interesamos en la carrera del vocalista yendo hacia su discografía para ver quien era este curioso personaje. ¿Y con qué nos encontramos? Con este notable cuarto álbum que marca una distancia enorme respecto a cualquiera de los antecesores del inglés. Y es que si bien los primeros tres discos de Yungblud se encontraron marcados por el rapeo constante sumado a una movida pop bastante genérica, este Idols da muestras de un crecimiento importante tanto en materia creativa como interpretativa. "Es el disco que siempre quise componer" - ha dicho en entrevistas. Y bueno, a juzgar por lo resultados... le creemos y aplaudimos.

Sin ir demasiado lejos basta darle play al álbum para constatar lo dicho. Suenan los monumentales nueve minutos de de 'Hello heaven, hello', una verdadera montaña rusa que enlaza tres canciones en una, jugando a placer con la intensidad y la estructura para dar muestras de que esto pretende situarse varios escalones por sobre cualquier cosa que el vocalista haya realizado antes. El tema además le acerca a las cuerdas y principalmente al rock, algo que se había insinuado en su álbum homónimo de 2022 pero que acá definitivamente toma forma, abriendo desde ya un abanico sonoro (y de influencias) del que el resto del disco se hará cargo.

Y en efecto, en adelante el trabajo se irá por un tubo moviéndose en varios frentes, abrazando el medio tiempo acústico en 'Idols Pt.I', un pop etéreo que rememora a los noventas en 'Lovesick lullaby' o 'The greatest parade' (con perfume a Placebo en su sonido) así como yendo a la balada dramática tanto en 'Zombie' como 'Change' (vaya trabajo de intensidad en el cierre de esta). Todas estas funcionan y arman una Cara A que no baja jamás del notable, principalmente gracias a una cuidada producción, interpretaciones impecables por parte de un vocalista que encuentra el punto preciso para su voz (que se oye siempre al límite, casi quebrándose pero transmitiendo de gran forma) y estructuras que jamás se olvidan de la importancia de las melodías en puentes + coros. 

Mucho más luminosa respecto a como venía el disco suena luego la pasada por 'Monday murder' (con unas guitarras ochenteras muy The cure) + 'Ghost', esta última anotándose también como otra de las piezas más interesantes del disco durante sus seis minutos con una recta final que escapa de lo obvio entre vientos. 'Fire' y 'War' retomarán el rock (aunque siempre en una versión marcadamente emo, sobre todo la segunda) para finalmente cerrar al piano en 'Idols Pt.II' + 'Supermoon', quizás el único momento en todo el trabajo que suena algo sobre cargado y exagerado en términos emocionales. 

No empaña esto último de todas formas a un disco sólido en términos individuales y cohesionado como conjunto, un álbum que se esfuerza por no responder a estándares actuales, sonando incluso a otra época. Idols no solo es por paliza el mejor disco de Yungblud hasta ahora si no además uno de los mejores que habremos oído en este 2025. Y atención, que se supone tendrá una segunda parte...

¿Canciones? 'Hello heaven, hello', 'The greatest parade' y 'Ghost'

8,5 / 10
¡Excelente!